Post by chandy on Jul 18, 2006 11:55:41 GMT -5
Descripción del problema.
La hospitalización es una experiencia inherente estresante, aunque existe una amplia variedad en la naturaleza e intensidad de ese estros en un niño determinado.
Aspectos estresantes de la hospitalización en los pacientes pediátricos
A. Factores del niño.
1. Nivel cognitivo. El nivel cognitivo de un niño ejerce un efecto profundo en su capacidad para comprender y afrontar una hospitallzación. Como el niño antes de hablar no puede comprender las explicaciones de los adultos, la hospitalización puede experimentarse como un abandono inexplicable. Los preescolares, que aún carecen de una comprensión sofisticada de la causalidad, pueden ver la hospitalización y los tratamientos como castigos por su mal comportamiento, incluso en los niños mayores, su comprensión de las causas de la hospitalización puede ser errónea y conducir a respuestas mal adaptadas.
2. Temperamento. Los niños tímidos que son lentos en adaptarse a nuevas situaciones y tienen dificultades con las transiciones pueden Presentar mayor desasosiego para afrontar la hospitalización. El niño violento puede manifestar más problemas abiertamente conductuales para el personal sanitario, quien, a su vez, puede no tratar al niño de manera tan positiva como lo hace con un niño más inhibido (pero también angustiado).
3. Experiencia. La experiencia previa en hospitalizaciones o enfermedades puede influir profundamente en la respuesta del niño a la hospitalización. El niño puede asociar el hospital con la muerte, por ejemplo, sobre todo si ha experimentado la pérdida de un ser querido que estuviese crónicamente enfermo. Un episodio de dolor abdominal, en un niño de 13 años ingresado para descartar una apendicitis, tendrá un significado especial para un niño y su familia, que recientemente ha perdido a un abuelo con cáncer de colon.
Cuando la reacción de un niño o sus padres parece desproporcionada a la gravedad de la enfermedad, unas preguntas sobre la historia familiar pueden ser reveladoras.
B. Factores paternos/familiares.
1. Ansiedad. Uno de los mejores datos de predicción de cómo afrontará un niño una hospitalización es el nivel de ansiedad que sobre ello tengan los padres. Los padres ansiosos engendran niños ansiosos. Estas familias deben ser identificadas con anterioridad a hospitalizaciones programadas y se les debe ofrecer ayuda preventiva.
2. Actitudes hacia la enfermedad, la muerte y la asistencia sanitaria. Los niños adoptan hacia la enfermedad los comportamientos de su familia y de su cultura. Un niño de una familia que contempla la hospitalización casi como un encarcelamiento responderá de modo muy diferente al del niño hospitalizado cuya familia considera la hospitalización como un intervalo para la curación.
3. Experiencia como padres. Los padres inexpertos tienen más dificultades para ayudar a sus hijos a afrontar el estros de la hospitalización. Los padres pueden sentirse inseguros y menos dispuestos a seguir los consejos del personal sanitario o, alternativamente, mostrarse de acuerdo con cada sugerencia y manifestar un penetrante sentido de impotencia.
4. Adaptación emocional de los padres. Los padres pueden resultar emocionalmente de poca ayuda para sus hijos si están luchando con sus sentimientos de temor, pesadumbre, depresión o cansancio.
Estrategias para el tratamiento.
A. Objetivos. Los objetivos a corto plazo son:
1) prevenir o reducir la ansiedad, el dolor, y la incomodidad;
2) facilitar la cooperación y la participación en las curas, y
3) acelerar la recuperación.
Los objetivos a largo plazo son:
1) aumentar la aptitud para afrontar la experiencia,
2) mejorar el autocontrol;
3) promover actitudes positivas hacia los cuidados sanitarios, y
4) minimizar los efectos potencialmente destructores de la hospitalización sobre los procesos normales del desarrollo.
B. Separación de los padres. En la mayoría de los casos, es ideal que uno de los padres acompañe al niño durante la hospitalización todo el tiempo que le sea posible. Sin embargo, las necesidades del niño deben ser cuidadosamente equilibradas con las necesidades de la familia. Algunos padres, por ejemplo, deben ser animados a dejar el hospital con objeto de atender a sus otros hijos y sus propias necesidades emocionales y físicas. Numerosas investigaciones han comprobado los beneficios de tener a los padres presentes durante procedimientos médicos dolorosos (aunque su presencia pueda también aumentar la ansiedad del niño cuando el padre o madre sea especialmente ansioso). La presencia paterna también puede ser de ayuda en otros momentos, como en caso de proceder de manera voluntaria a la anestesia.
Mientras que el personal estimula la participación de los padres en los cuidados diarios del niño, debe promover las relaciones con los padres que no son competitivos.
C. Guía anticipada.
1. Para facilitar una preparación efectiva a los niños para la experiencia la hospitalización, es útil conocer los puntos fuertes y las vulnerabilidades de los padres y del niño que afectarán la respuesta a la experiencia.
2. Los niños deben ser preparados con anterioridad a una hospitalización programada. Sin embargo, cuándo hacerlo es menos evidente. En efecto, la edad y la personalidad del niño deben ser consideradas. Por ejemplo, a un niño en edad prcescolar o ansiosos se le debe avisar con un intervalo de sólo 2-3 días entre la preparación y el procedimiento, porque períodos de tiempo más largos aumentan la tensión.
3. En el caso de la cirugía, los niños necesitan saber que la operación en sí misma no será dolorosa. Se les debe informar qué pueden esperar en el postoperatorio. Esto significa que si se encontraran una sonda de Foley o un tubo torácico colocado en su lugar correspondiente, cuando se despierten, deben ser advertidos de ello previamente. Se les debe decir que tendrán que soportar una cierta incomodidad después de la intervención, pero deben ser tranquilizados de que se les administrará una medicación eficaz para aliviar el dolor.
D. Continuidad de los cuidados.
1. Hacer frente a la hospitalización. Muchos miembros del personal de los hospitales pueden exacerbar innecesariamente la ansiedad en los pacientes. La colaboración de una enfermera y un médico de atención primaria permite al niño desarrollar una relación con el personal caracterizada por ser predecible y confiada. Deben ser utilizadas otras técnicas para minimizar la alteración de las costumbres del niño. Éstas incluyen el empleo de objetos transicionales (como la mantita o el juguete favorito) o en niños mayores el uso de programas escolares supervisados en la propia sala. Idealmente estos servicios deben estar integrados en un programa completo de atención a la vida del niño en el hospital, que esté diseñado para facilitar que pueda enfrentarse con cada paso de la experiencia de la hospitalización.
2. Personal sanitario. El personal debe ser adiestrado para integrarse en un juego complaciente y socialmente interactivo en vez de un juego intrusivo que interrumpa la relación. Este juego debe orientarse de acuerdo con las necesidades personales del niño. Algunos niños hospitalizados se muestran pasivos y desganados, o irritables, y por lo tanto menos competentes para relacionarse con las personas que le cuidan, en forma de interacciones con significado. Estos niños requieren un esfuerzo adicional por parte del personal para atender sus necesidades emocionales. Otros pacientes son espabilados y adorables, y pronto se convierten en los niños preferidos del personal del hospital. Estos niños se exponen sin intención a ser considerados mascotas, con interacciones frecuentes, breves y altamente estimulantes que no facilitan unas relaciones sanas. Sin continuidad, es difícil para el personal comprender las necesidades de un niño concreto. Un programa de participación de los abuelos puede ser útil en este sentido.
3. Rutina diaria. El día del niño en el hospital debe ser lo más estructurado posible, con los tratamientos médicos agrupados juntos para proporcionar períodos de tiempo largos e ininterrumpidos para juegos o siestas.
E. Tratamiento del dolor. La insistencia en disminuir las experiencias físicamente dolorosas es la marca de calidad de los cuidados sensibles durante la hospitalización. Esto incluye una minuciosa atención a la analgesia adecuada, el apoyo de los padres, la guía anticipada y los cuidados cariñosos.
La hospitalización es una experiencia inherente estresante, aunque existe una amplia variedad en la naturaleza e intensidad de ese estros en un niño determinado.
Aspectos estresantes de la hospitalización en los pacientes pediátricos
A. Factores del niño.
1. Nivel cognitivo. El nivel cognitivo de un niño ejerce un efecto profundo en su capacidad para comprender y afrontar una hospitallzación. Como el niño antes de hablar no puede comprender las explicaciones de los adultos, la hospitalización puede experimentarse como un abandono inexplicable. Los preescolares, que aún carecen de una comprensión sofisticada de la causalidad, pueden ver la hospitalización y los tratamientos como castigos por su mal comportamiento, incluso en los niños mayores, su comprensión de las causas de la hospitalización puede ser errónea y conducir a respuestas mal adaptadas.
2. Temperamento. Los niños tímidos que son lentos en adaptarse a nuevas situaciones y tienen dificultades con las transiciones pueden Presentar mayor desasosiego para afrontar la hospitalización. El niño violento puede manifestar más problemas abiertamente conductuales para el personal sanitario, quien, a su vez, puede no tratar al niño de manera tan positiva como lo hace con un niño más inhibido (pero también angustiado).
3. Experiencia. La experiencia previa en hospitalizaciones o enfermedades puede influir profundamente en la respuesta del niño a la hospitalización. El niño puede asociar el hospital con la muerte, por ejemplo, sobre todo si ha experimentado la pérdida de un ser querido que estuviese crónicamente enfermo. Un episodio de dolor abdominal, en un niño de 13 años ingresado para descartar una apendicitis, tendrá un significado especial para un niño y su familia, que recientemente ha perdido a un abuelo con cáncer de colon.
Cuando la reacción de un niño o sus padres parece desproporcionada a la gravedad de la enfermedad, unas preguntas sobre la historia familiar pueden ser reveladoras.
B. Factores paternos/familiares.
1. Ansiedad. Uno de los mejores datos de predicción de cómo afrontará un niño una hospitalización es el nivel de ansiedad que sobre ello tengan los padres. Los padres ansiosos engendran niños ansiosos. Estas familias deben ser identificadas con anterioridad a hospitalizaciones programadas y se les debe ofrecer ayuda preventiva.
2. Actitudes hacia la enfermedad, la muerte y la asistencia sanitaria. Los niños adoptan hacia la enfermedad los comportamientos de su familia y de su cultura. Un niño de una familia que contempla la hospitalización casi como un encarcelamiento responderá de modo muy diferente al del niño hospitalizado cuya familia considera la hospitalización como un intervalo para la curación.
3. Experiencia como padres. Los padres inexpertos tienen más dificultades para ayudar a sus hijos a afrontar el estros de la hospitalización. Los padres pueden sentirse inseguros y menos dispuestos a seguir los consejos del personal sanitario o, alternativamente, mostrarse de acuerdo con cada sugerencia y manifestar un penetrante sentido de impotencia.
4. Adaptación emocional de los padres. Los padres pueden resultar emocionalmente de poca ayuda para sus hijos si están luchando con sus sentimientos de temor, pesadumbre, depresión o cansancio.
Estrategias para el tratamiento.
A. Objetivos. Los objetivos a corto plazo son:
1) prevenir o reducir la ansiedad, el dolor, y la incomodidad;
2) facilitar la cooperación y la participación en las curas, y
3) acelerar la recuperación.
Los objetivos a largo plazo son:
1) aumentar la aptitud para afrontar la experiencia,
2) mejorar el autocontrol;
3) promover actitudes positivas hacia los cuidados sanitarios, y
4) minimizar los efectos potencialmente destructores de la hospitalización sobre los procesos normales del desarrollo.
B. Separación de los padres. En la mayoría de los casos, es ideal que uno de los padres acompañe al niño durante la hospitalización todo el tiempo que le sea posible. Sin embargo, las necesidades del niño deben ser cuidadosamente equilibradas con las necesidades de la familia. Algunos padres, por ejemplo, deben ser animados a dejar el hospital con objeto de atender a sus otros hijos y sus propias necesidades emocionales y físicas. Numerosas investigaciones han comprobado los beneficios de tener a los padres presentes durante procedimientos médicos dolorosos (aunque su presencia pueda también aumentar la ansiedad del niño cuando el padre o madre sea especialmente ansioso). La presencia paterna también puede ser de ayuda en otros momentos, como en caso de proceder de manera voluntaria a la anestesia.
Mientras que el personal estimula la participación de los padres en los cuidados diarios del niño, debe promover las relaciones con los padres que no son competitivos.
C. Guía anticipada.
1. Para facilitar una preparación efectiva a los niños para la experiencia la hospitalización, es útil conocer los puntos fuertes y las vulnerabilidades de los padres y del niño que afectarán la respuesta a la experiencia.
2. Los niños deben ser preparados con anterioridad a una hospitalización programada. Sin embargo, cuándo hacerlo es menos evidente. En efecto, la edad y la personalidad del niño deben ser consideradas. Por ejemplo, a un niño en edad prcescolar o ansiosos se le debe avisar con un intervalo de sólo 2-3 días entre la preparación y el procedimiento, porque períodos de tiempo más largos aumentan la tensión.
3. En el caso de la cirugía, los niños necesitan saber que la operación en sí misma no será dolorosa. Se les debe informar qué pueden esperar en el postoperatorio. Esto significa que si se encontraran una sonda de Foley o un tubo torácico colocado en su lugar correspondiente, cuando se despierten, deben ser advertidos de ello previamente. Se les debe decir que tendrán que soportar una cierta incomodidad después de la intervención, pero deben ser tranquilizados de que se les administrará una medicación eficaz para aliviar el dolor.
D. Continuidad de los cuidados.
1. Hacer frente a la hospitalización. Muchos miembros del personal de los hospitales pueden exacerbar innecesariamente la ansiedad en los pacientes. La colaboración de una enfermera y un médico de atención primaria permite al niño desarrollar una relación con el personal caracterizada por ser predecible y confiada. Deben ser utilizadas otras técnicas para minimizar la alteración de las costumbres del niño. Éstas incluyen el empleo de objetos transicionales (como la mantita o el juguete favorito) o en niños mayores el uso de programas escolares supervisados en la propia sala. Idealmente estos servicios deben estar integrados en un programa completo de atención a la vida del niño en el hospital, que esté diseñado para facilitar que pueda enfrentarse con cada paso de la experiencia de la hospitalización.
2. Personal sanitario. El personal debe ser adiestrado para integrarse en un juego complaciente y socialmente interactivo en vez de un juego intrusivo que interrumpa la relación. Este juego debe orientarse de acuerdo con las necesidades personales del niño. Algunos niños hospitalizados se muestran pasivos y desganados, o irritables, y por lo tanto menos competentes para relacionarse con las personas que le cuidan, en forma de interacciones con significado. Estos niños requieren un esfuerzo adicional por parte del personal para atender sus necesidades emocionales. Otros pacientes son espabilados y adorables, y pronto se convierten en los niños preferidos del personal del hospital. Estos niños se exponen sin intención a ser considerados mascotas, con interacciones frecuentes, breves y altamente estimulantes que no facilitan unas relaciones sanas. Sin continuidad, es difícil para el personal comprender las necesidades de un niño concreto. Un programa de participación de los abuelos puede ser útil en este sentido.
3. Rutina diaria. El día del niño en el hospital debe ser lo más estructurado posible, con los tratamientos médicos agrupados juntos para proporcionar períodos de tiempo largos e ininterrumpidos para juegos o siestas.
E. Tratamiento del dolor. La insistencia en disminuir las experiencias físicamente dolorosas es la marca de calidad de los cuidados sensibles durante la hospitalización. Esto incluye una minuciosa atención a la analgesia adecuada, el apoyo de los padres, la guía anticipada y los cuidados cariñosos.